Un “miedo” frecuente en las familias recién estrenadas es el contagio de su bebé por gérmenes a través de las personas y lugares.
Los principales motivos de la disminución en la mortalidad infantil son la higiene y las vacunas. Pero esta higiene tampoco hay que exagerarla, no podemos poner al bebé en una vitrina, tampoco sería bueno para él.
La higiene pública, el conseguir que las aguas limpias (agua potable) y las aguas sucias (alcantarillado) sean dos circuitos separados ha disminuido las infecciones los parásitos y contaminaciones. Sociedades que no han conseguido esto siguen teniendo los mismos problemas que teníamos aquí hace tiempo, aunque actualmente ya tenemos garantizados estos niveles de salubridad.
Ahora nos hemos pasado al extremo opuesto y eso tampoco es bueno, entre otras cosas porque puede ser motivo del aumento de alergias que presentan actualmente los niños. Actitudes de no salir de casa las primeras semanas, o de limpiar constantemente todo lo que toca al bebé, sus manos o evitar que nadie se acerque, es un miedo obsesivo de muchas familias y carece de base por varias razones.
El bebé nace con protección, una protección que le trasmite su madre durante el embarazo: es lo que se llama “inmunización pasiva”. Los anticuerpos de la sangre de la madre pasan al bebé, con ello adquiere protección frente a todas las enfermedades que haya padecido su madre. Este paso de anticuerpos protege al bebé durante los primeros meses de vida y cualquier contacto con enfermedades padecidas por la madre, los anticuerpos actúan de defensa. Por lo que el bebé no tiene síntomas (fiebre, mocos, tos,…etc.) y a la vez se estimula su sistema inmunológico para iniciar la “inmunización activa”.
Podemos decir entonces que el bebé tiene más y mejores defensas los primeros meses de vida (6-8 meses) a través de esta inmunización pasiva que más adelante cuando esté solo con sus recursos. Este contacto con los gérmenes habituales de su entorno se debe permitir así ya serán conocidos e identificados por su sistema inmunológico.
De hecho, si evitamos el contacto para evitar contagios estamos evitando que el bebé tenga estos contactos cuando cuenta con esta inmunidad pasiva trasmitida por su madre. Y este primer contacto lo tendrá más adelante y lo tendrá que afrontar sin esta valiosa ayuda por lo que es más posible que presente los síntomas de la enfermedad.
También estamos provocando un retraso en el aprendizaje de su sistema inmunológico, que no debe reaccionar igual con unos gérmenes que con otros y que debe aprender a valorar los riesgos que representan cada uno de ellos.
Las medidas higiénicas son eficaces frente a bacterias, hongos y parásitos y menos frente a virus. Sin embargo, el sistema inmunitario necesita ir madurando en caso contrario es posible que reaccione frente a elementos en principio no dañinos. Esta es una de las teorías que se manejan respecto hacia el aumento de reacciones alérgicas, bronquiolitis y crisis de asma. Reacciones inadecuadas del sistema inmunológico frente a elementos no dañinos en sí mismos.
Como resumen, medidas higiénicas sí. Y tener en cuenta que excesivas medidas higiénicas y tener al bebé dentro de una burbuja y que sea intocable no es bueno para el bebé.
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