Primeras palabras: el desarrollo del lenguaje en bebés y niños pequeños
El desarrollo del lenguaje en bebés y niños pequeños es un proceso complejo que comienza mucho antes de que se pronuncien las primeras palabras. Ya desde el momento del nacimiento, e incluso durante la gestación, nuestros pequeños son capaces de percibir los sonidos de su entorno y de familiarizarse con el idioma que hablan sus padres. Con el paso de los meses, sus formas de expresión evolucionan de forma asombrosa, pasando en muy poco tiempo de una comunicación limitada e instintiva a un lenguaje sofisticado. Dada la importancia de este proceso, dedicaremos el post de hoy a hablar de las primeras palabras del bebé y de su relevancia en el correcto desarrollo del lenguaje infantil.
Etapas del desarrollo del lenguaje en bebés y niños pequeños
Como ya sabemos, las primeras palabras de un niño son uno de los grandes hitos de la infancia, pues marcan el inicio del habla tal y como la conocemos. Sin embargo, el desarrollo del lenguaje en bebés es mucho más complejo que decir las primeras palabras. Existen otras formas de expresión y comunicación presentes desde el momento del nacimiento que van perfeccionándose a lo largo de los primeros meses de vida. Es por este motivo que los expertos dividen el proceso en dos etapas bien diferenciadas: la etapa prelingüística y la etapa lingüística.
Etapa Prelingüística o Preverbal: Comprende el periodo que va desde el nacimiento hasta los 12-18 meses y se caracteriza por:
- Primeros dos meses: El pequeño se comunica exclusivamente a través del llanto. Lo que comienza como un reflejo instintivo para captar la atención de la madre, evoluciona a lo largo de las semanas a un tipo de llanto que varía en tonalidad o forma según las necesidades del bebé.
- Tercer y cuarto mes: Durante este periodo el niño empieza a realizar sonidos diferentes al llanto, como gorjeos, balbuceos y sonidos guturales o vocales, que varían en función de su estado de ánimo. La comunicación afectiva y a través de gestos es muy importante en esta etapa, pues el pequeño ya es capaz de detectar variaciones en los tonos de voz de sus familiares y reaccionar a ellos de diversas maneras.
- Quinto y sexto mes: Comienza la imitación de sonidos, ya sean producidos por sí mismo o por la gente que le rodea, y la vocalización. Lo que antes eran gritos y gorjeos producidos casi completamente en la laringe, ahora comienzan a tornarse en sonidos vocálicos y consonánticos como “ma-ma”, “da-da” o “ga-ga”. Aumenta además su comunicación gestual, sonriendo en momentos de felicidad o mostrando su desagrado con muecas y otros gestos.
- Séptimo y octavo mes: En estos meses en los que el pequeño comienza a interactuar más con su entorno y a aumentar su movilidad y su atención, su forma de comunicarse también cambia. Comienza a producir vocalizaciones cada vez más próximas a las palabras y a mantener lo que pueden parecer “conversaciones” en otro idioma. Hablarle con normalidad y escucharle, prestándole atención e interactuando con él, le ayudará a perfeccionar su lenguaje de forma más rápida.
- Noveno y décimo mes: En esta etapa el niño comienza a decir sus primeras palabras cortas, aunque casi siempre responden a una imitación de sonidos y no alcanza a comprender su significado. Por ejemplo, puede que ya diga “papá” o “mamá”, pero seguramente lo haga indistintamente sin adjudicar cada palabra a su interlocutor correspondiente. Sin embargo, es muy posible que ya sea capaz de expresar determinados deseos utilizando formas propias de lenguaje o palabras acortadas, y empleando expresiones corporales que le ayuden a comunicarse.
- Undécimo y duodécimo mes: A esta edad el niño es capaz de utilizar algunas palabras cortas para comunicarse, aunque a veces no sean las adecuadas o las pronuncie de forma incorrecta. Su comprensión del lenguaje adulto es mucho más amplia y es capaz de entender instrucciones sencillas y responder a ellas de forma simplificada.
Etapa Lingüística: Comienza cuando el niño emite su primera palabra, aunque este momento puede ser confuso y muy subjetivo. Normalmente son los padres los que hacen esta valoración y se suele tomar como inicio de esta etapa el momento en el que el pequeño emite una palabra real con voluntad de comunicarse. Es decir, si el niño dice “mamá” para referirse a su madre o llamar su atención, no como una repetición de vocales y consonantes sin sentido para él.
- De los 12 a los 18 meses de edad: Durante estos meses el niño comienza a emitir palabras sueltas que tienen uno o más significados para él. También empieza a denominar objetos por su nombre, ayudándose de la señalización: para pedir agua señalará la botella y dirá “aba”, por ejemplo. A medida que pasan los meses el niño adquiere más vocabulario, comienza a combinar dos o tres palabras, dando lugar a pequeñas frases, y comprende las entonaciones que usan los adultos (negación o prohibición, interrogación etc.).
- Entre los 18 y los 24 meses: En esta etapa la mayoría de niños incrementa mucho su repertorio de palabras, pudiendo llegar a los dos años de edad utilizando más de 300. Entre ellas se incluyen sustantivos, verbos y adjetivos, por lo que comienzan a componer sus primeras frases juntando dos o tres palabras (“gusta pelota bonita”, por ejemplo). También es el momento en el que desarrollan la capacidad de entender el simbolismo y son capaces de representar mentalmente historias que escuchan aunque estas no se estén reproduciendo físicamente: son capaces de entender y disfrutar de los cuentos narrados, aunque no estén acompañados de imágenes (como ocurre cuando se ve la televisión).
- Entre los dos y los tres años de edad: Aunque el desarrollo del lenguaje continuará durante mucho tiempo, entre los dos y tres años el vocabulario del niño aumenta a una velocidad asombrosa. Empieza a usar expresiones gramaticales más complejas, utilizando verbos auxiliares (haber, ser) y expresándose con mayor fluidez. Su forma de hablar ya es mucho más comprensible para las personas que no viven con él, y consigue hacerse entender con más facilidad y soltura.
Retrasos en el desarrollo del lenguaje
Los retrasos en el lenguaje son muy habituales y no tienen por qué ser sinónimo de un problema más grave. Hemos de tener en cuenta que las descripciones que damos los pediatras u otros especialistas son generales. Es imposible saber si un niño concreto va a decir “mamá” con 12 meses o con 15, pero si la mayoría lo hace con 12 decimos que esta es la edad media a la que se produce. Sin embargo, hay que recordar que cada niño es diferente y vive en entornos diferentes. Se sabe que en general las niñas tienden a empezar a hablar antes que los niños, y que los padres que usan técnicas de estimulación temprana suelen tener hijos más precoces. Como todo aprendizaje, el lenguaje avanza más cuanto más se practica y cuánto más expuestos estamos a él. Por este motivo, hablar con los bebés desde el primer día, cantarles, interactuar con ellos y estimularles a balbucear o parlotear suele ser el mejor método para que se desarrollen sanos y felices.
No obstante, hay ocasiones en las que se presentan problemas en la adquisición del lenguaje que van más allá de lo que se considera apropiado. Cuando los retrasos son importantes o van acompañados de otros problemas de aprendizaje, será necesario acudir a un pediatra para que evalúe el caso. Hay muchos trastornos de diversa gravedad que llevan asociados un retraso en el desarrollo del lenguaje en niños, por lo que un diagnóstico precoz es de gran ayuda para resolverlos o mejorarlos.
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