Hidroceles en bebés recién nacidos: ¿Qué es y qué debemos hacer?

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Los hidroceles en bebés recién nacidos son muy comunes, aunque pueden resultar chocantes a primera vista. Consisten en un abultamiento de uno de los testículos o de los dos, que se produce por la acumulación de líquido en el escroto. Este tamaño anormal de los genitales del niño suele ser motivo de alarma para los papás y mamás, aunque generalmente son procesos totalmente benignos que remiten por sí solos al cabo de unos meses. Sin embargo, hay ocasiones en las que puede ser necesaria la intervención quirúrgica, por lo que es recomendable conocer un poquito más en qué consisten los hidroceles en bebés y cuándo debemos tratarlos.

 

¿Qué es un hidrocele y por qué se produce?

Aunque a simple vista parezca que el problema está en los testículos del niño, en realidad el hidrocele es una acumulación de líquido en el escroto, la piel que los recubre. Es muy común en bebés, aunque hay que aclarar que no siempre que un recién nacido presenta los genitales hinchados se debe a un hidrocele. En la mayoría de los casos, este edema responde a causas más sencillas y habituales: el haber estado sumergido durante tanto tiempo en un medio acuoso hace que zonas flexibles de la piel, como los párpados o el escroto, se llenen de líquido. Sin embargo, en estos casos la hinchazón desaparece durante los primeros días de vida y no supone problema alguno.

Los verdaderos casos de hidroceles en bebés responden a otras causas, siendo la más frecuente la que da lugar a lo que se conoce como hidrocele comunicante: durante la gestación, los testículos del niño se desarrollan en la cavidad abdominal, para luego bajar al escroto a través del canal inguinal. Normalmente, este conducto se cierra después de completarse el proceso y, en caso de que haya quedado líquido dentro, se reabsorbe por sí solo. El problema surge cuando el canal inguinal por el que bajan los testículos es demasiado grande o no se cierra completamente, permitiendo que el líquido de la cavidad abdominal se desplace al escroto y se acumule. Esto es lo que provoca la hinchazón y el aumento de tamaño en los genitales del bebé.

Otras situaciones que pueden llevar a hidroceles testiculares, aunque muy poco frecuentes en bebés, son aquellas que provocan una inflamación de la zona y la acumulación de líquido, como pueden ser determinadas infecciones, traumatismos, torsiones testiculares, tumores, etc.

 

¿Qué problemas pueden ocasionar los hidroceles en bebés?

En general, los hidroceles en bebés no son dañinos y suelen desaparecer por sí solos durante el primer año de vida. Lo normal es que no generen dolor ni produzcan molestias, especialmente en niños tan pequeños. Sin embargo, hay ciertas complicaciones que pueden aparecer y que debemos tener en cuenta. La más importante es que, debido a que el canal inguinal permanece abierto, es posible que a través de él se desplace también un trozo de intestino, dando lugar a una hernia inguinal. Si esto ocurre, se suelen presentar síntomas como dolor o sensibilidad en la zona, malestar general, náuseas y vómitos. En estos casos, es necesario acudir inmediatamente al pediatra y realizar una cirugía.

Cuando los hidroceles no desaparecen por sí solos durante los primeros meses o años de vida, son muy grandes o continúan creciendo, pueden dar lugar a otro tipo de problemas como:

  • Molestias. En casos en los que el hidrocele tiene un tamaño considerable, puede ser que dificulte que el niño realice determinadas actividades con normalidad y le ocasione sensibilidad o incluso dolor. Aunque los recién nacidos se mueven poco, a medida que el pequeño crece y comienza a andar, a jugar o a hacer ejercicio físico, la incomodidad producida por el hidrocele aumenta.
  • Complejos. A veces, cuando el hidrocele no se trata y es demasiado grande, puede resultar evidente para los demás niños. Esto, indudablemente, creará complejos y trastornos emocionales en quienes lo padecen, por lo que suele ser recomendable intervenir, tanto quirúrgica como psicológicamente.
  • Pérdida de fertilidad. En adultos, uno de los problemas más comunes asociados a los hidroceles es la pérdida de fertilidad. Los testículos necesitan estar a una temperatura más baja que el abdomen para poder producir espermatozoides de calidad. Es por ese motivo que los testículos, desarrollados primeramente en la cavidad abdominal, acaban bajando al escroto, donde encuentran un ambiente más favorable. Sin embargo, la presencia de esta acumulación de líquido en la zona hace que la temperatura de los testículos sea más elevada de lo recomendable, lo que puede afectar significativamente la producción de espermatozoides y la fertilidad.

¿Qué hacemos si el niño tiene un hidrocele?

Como ya hemos comentado, los hidroceles en bebés tienden a desaparecer por sí solos a los pocos meses. Sin embargo, en las ocasiones en las que no lo hacen lo más recomendable es intervenir. Dado que los hidroceles en recién nacidos son fácilmente detectables, el pediatra seguirá el caso y evaluará el estado en el que se encuentra. En general, si en torno a los 18 o 24 meses el hidrocele no presenta mejoría o incrementa su tamaño, se recomienda la cirugía. Esta suele consistir en la extirpación del saco que contiene el líquido y en sellar el conducto que comunica el abdomen con el escroto. Se suele necesitar anestesia general y pasar al menos una noche en el hospital, pero la intervención es sencilla y dura alrededor de 30 minutos.

 

 

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