Convulsión febril en niños y bebés

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Convulsión febril en niños y bebés

Las convulsiones febriles típicas aparecen entre los 6 meses y los 6 años, suelen coincidir con una subida o bajada brusca de la fiebre, generalmente el primer día de la infección (no suelen repetir en la misma infección) y ceden sin necesidad de tratamiento en menos de 15 minutos. A veces se acompaña de movimientos de brazos y piernas como sacudidas o de flacidez, niño de trapo, movimientos raros de los ojos y el bebé se hace pipí o caca encima, puede haber pérdida de conciencia y se siguen de un periodo de somnolencia.

Aproximadamente la mitad de los niños que sufren una convulsión febril no vuelve a tener otra en toda su vida dato que debería tranquilizar a las familias que lo suelen vivir con mucha angustia.

Que un niño tenga una convulsión febril no quiere decir que sea epiléptico, aunque ésta se repita más de una vez. En la mayoría de los casos, cuando es típica, no precisa estudio alguno ni tratamiento especial si es la primera vez.

Si tiene alguna característica atípica, como que dure más de 15 minutos, que persistan los síntomas de alteración de la consciencia, que en una misma infección se detecten varias crisis, o que se produzca en niños de menores de 6 meses o mayores de 6 años, en estos casos si será necesario realizar otras exploraciones que nos permitan descartar otras posibles causas y enfermedades.

Los padres suelen estar muy preocupados por si la convulsión es un signo de una enfermedad cerebral o si va a dejar secuelas al niño. Si una convulsión cumple todos los criterios para considerarla típica, sobre todo en lo que respecta al tiempo de duración, no se asocia con secuelas de ningún tipo, el desarrollo cerebral del niño será  totalmente normal.

¿Qué saber?

La crisis convulsivas: en niños predispuestos a padecerlas (las convulsiones febriles se suelen agrupar por familias, es decir, el niño suele tener antecedentes familiares de estos padecimientos en otros miembros de la familia) son sensibles a las subidas o bajadas rápidas de la temperatura que puede alterar los impulsos eléctricos del cerebro dando lugar a una descarga y la consecuente crisis.

La descarga puede afectar a una zona del cerebro más o menos amplia, puede provocar la pérdida de conciencia del niño y movimientos desorganizados suelen ser más evidentes en las extremidades.

Se puede acompañar de cambios vasomotores que se visualizan como piel pálida con los labios morados (algo que también puede aparecer simplemente por la fiebre y sus efectos a nivel de la piel). La tendencia a la contracción muscular, si afecta a los músculos de la cara, provocará el cierre de la boca con fuerza que al respirar sin tragar la saliva durante la convulsión da lugar a la espuma en la boca.

Los movimientos de las extremidades pueden ser muy violentos, a veces conviene proteger al niño, no impidiendo los movimientos por completo, pero si impidiendo que se golpee con objetos cercanos.

La crisis cede el paso a una relajación, ceden los espasmos y al final se despierta.

No es raro que se relajen los esfínteres escapando orina y heces. Tras la convulsión es frecuente la somnolencia por el agotamiento.

Cuando un niño tiene una convulsión casi siempre es llevado a urgencias donde se suele poner medicación para que ceda la convulsión y oxígeno mientras esta no cede.

En otros muchos casos al llegar a urgencias ya no convulsiona.

Es importante por tanto que los padres sepan lo que debe hacerse cuando cualquier niño tiene una convulsión febril y sepan como actuar si algún día vuelve a repetirse el suceso.

¿Qué hacer?

A los padres que tienen niños que han tenido alguna vez una convulsión febril se les suele recomendar que tengan en casa el Stesolid, se trata de diazepan de 5mg, de aplicación rectal que consigue la relajación muscular del bebé o niño.

Es un enema pequeño, fácil de poner en las convulsiones y su efecto relajante muscular hace que ceda la convulsión.

Aunque su absorción es muy irregular, pues depende de la cantidad de residuos que haya en el intestino en el momento de su administración, suele cortar la convulsión en menos de 5 minutos, en niños de más de 10 kilos de peso se puede repetir una nueva dosis a los 5 minutos si no cede.

Por tanto ante una convulsión con fiebre:

1- Si se tiene el Stesolid, es lo primero a poner al niño.

2- Evitar los golpes contra objetos próximos retirándolos de su alcance.

3- Conseguir que pueda respirar bien, eliminando cualquier objeto de la boca (por ejemplo si estaba comiendo) y procurando que haya aire (abrir las ventanas).

4- Una vez que cede la convulsión, si la fiebre es alta dar un antitérmico para bajarla. Si está consciente se puede dar en jarabe (Dalsy, Apiretal…), pero si sigue somnoliento ponerlo en supositorio (Febrectal, Efferalgan, Melabón, Nolotil…).

5-Tras todo esto y aunque se recupere bien de la convulsión, debe ser valorado por un pediatra para cerciorarse que la crisis ha cedido sin complicaciones y tratar la infección que provoca la fiebre.

 

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