INTOLERANCIA A LAS PROTEÍNAS DE LA LECHE DE VACA

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leche vaca   La intolerancia a las proteínas de la leche de vaca (IPLV o ahora denominada APLV no mediada por IgE) es un trastorno que consiste en una respuesta desfavorable del organismo a la ingesta de las proteínas de la leche de vaca.

¿Por qué se produce?

Existen factores genéticos, pero también ambientales como: el tipo de parto, la exposición a antibióticos, la higiene y la nutrición. La microbiota (microorganismos que viven habitualmente en el intestino sano y contribuyen a la digestión de los alimentos), también influye en esta patología.

Cuando el sistema inmunológico del bebé no está bien modulado en el intestino, falla en identificar la leche de vaca como alimento y “cree” que debe eliminarla, para lo cual genera una serie de reacciones inmunitarias.

Las proteínas de la leche de vaca pueden llegar al intestino del bebé al tomar leche de fórmula, pero también al tomar leche materna de madres que consumen productos lácteos. Hay bebés con este problema que han sido alimentados al pecho de forma exclusiva.

¿Con qué síntomas se manifiesta?

En este tipo concreto de alergia, los síntomas no son inmediatos (a los pocos minutos de la toma) sino algo más tardíos (pueden tardar incluso días en aparecer tras la toma).

Los más habituales son:

  • Síntomas en la piel: empeoramiento del eczema
  • Síntomas gastrointestinales: estreñimiento, distensión abdominal, vómitos, diarrea, sangre en heces, rechazo del alimento, irritabilidad tras las tomas, …

Existen diferentes formas de presentarse:

  1. Proctocolitis inducida por PLV: se presenta sangrado con las heces, la sangre es fresca (roja, no está digerida), y el bebé suele estar contento, crecer bien, y no tener otra sintomatología asociada.
  2. Enteropatía inducida por PLV: el bebé rechaza comer, no tiene síntomas de apetito, y tiene diarrea durante más de dos semanas, que no mejora hasta que se retira la leche de vaca. Otras veces vomita y se encuentra estreñido, y puede que se afecte su crecimiento y engorde.
  3. Enterocolitis inducida por PLV (FPIES): es más grave, se presenta con vómitos tras las tomas y diarrea y puede generar deshidratación y alteración metabólica, letargia e hipotensión, por lo que el bebé debe ser atendido de inmediato en urgencias.

¿Cómo se diagnostica?

Cuando un bebé presenta estos síntomas y el pediatra sospecha IPLV, recomendará la retirada de la leche de vaca de su alimentación (o de la alimentación de madre, si el bebé realiza lactancia materna) durante unas semanas, como prueba diagnóstica. Si en este tiempo el bebé mejora notablemente su sintomatología, es muy probable que tenga una IPLV. Para demostrarlo, será necesario reintroducir la leche de vaca y ver si vuelven a aparecer los síntomas (excepto en casos de sintomatología grave), lo que se conoce como prueba de provocación oral. Si reaparecen los síntomas con la reintroducción, se confirmará el diagnóstico.

Si existieran dudas de si presenta otro tipo de alergia, es probable que antes se solicite un prick test (prueba cutánea) o una analítica para descartar alergia mediada por IgE que ocasiona reacciones alérgicas más graves e inmediatas. Pero la mayoría de veces no es necesario, cuando los síntomas son claros de IPLV.

¿Cómo se trata?

Si se confirma el diagnóstico, es esencial retirar la leche de vaca y sus derivados, así como cualquier alimento preparado que pueda contenerlos, durante una temporada. Este tipo de intolerancia es transitoria y es muy probable que, pasado el primer año de vida, el bebé vuelva a tolerar este alimento.

  • En caso de niños alimentados con leche materna (LM), la madre deberá eliminar las proteínas de la leche de vaca de su dieta, y mantener la LM. Esto podría perjudicar a la ingesta de calcio en la madre por lo que se recomienda suplementar a la madre con calcio oral.
  • En caso de niños alimentados de forma mixta (materna y artificial) que solo presentan síntomas con el biberón, pero no con la LM, se puede potenciar la LM, sustituir el biberón por una lactancia artificial a base de hidrolizado de PLV, y muy probablemente no será necesario restringir la dieta materna.
  • En caso de niños alimentados con leche de fórmula, ésta se sustuirá por una fórmula a base de hidrolizado de proteínas. Mediante este mecanismo las proteínas de la leche se rompen de manera que el sistema inmune del bebé ya no las puede reconocer como extrañas, y la sintomatología desaparece.
  • En caso de niños que no responden al hidrolizado de proteínas se puede utilizar un hidrolizado de arroz, o de soja si son mayores de 6 meses. En casos muy graves se debe recurrir a leche elemental (a base de aminoácidos).

No se deben utilizar las fórmulas parcialmente hidrolizadas ni las que provienen de oveja, cabra o búfala, porque muy probablemente les causen los mismos síntomas. Tampoco se debe ofrecer bebidas vegetales de soja, arroz, avena, quinoa, chufa o almendra, a los lactantes (excepto las que son modificadas para el uso de bebés), ya que no son adecuadas como base de la alimentación en niños lactantes por tener un bajo contenido nutricional y proteico. Sí pueden formar parte de la alimentación de niños mayores de 2 años, que ya tienen una alimentación completa.

Después de un tiempo prudencial, se decidirá la reintroducción de las proteínas de leche de vaca. Es un momento delicado del tratamiento, en que se deben seguir las pautas del pediatra para evitar complicaciones graves.

CONCLUSIÓN

La intolerancia a la leche de vaca es una alteración inmunológica transitoria que se predominantemente con síntomas digestivos, y puede afectar también a niños alimentados exclusivamente al pecho. La eliminación de las proteínas de la leche de vaca de la dieta es esencial para el tratamiento. El trastorno se resuelve con el paso del tiempo en la mayoría de los casos.

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