Bebés y niños mal comedores: ¿por qué comen mal los niños y cuándo preocuparse?
Los bebés y niños que comen poco o mal suelen traer de cabeza a sus padres y cuidadores. “El niño no me come” es una frase muy habitual en las consultas pediátricas, cuando padres agobiados y desesperados acuden en busca de respuestas y consejos. Peleas, llantos, horas y horas frente al plato de comida… ¿Cuáles son las causas por las que hay niños que comen poco o mal? ¿Cuáles son las consecuencias y cuándo la situación puede ser perjudicial para su salud? Hoy os hablaremos de algunas de las razones que llevan a un niño a comer “mal”.
“El niño no me come”: el pequeño gran error de los papás
Esta frase tan común y generalizada es más relevante de lo que parece a simple vista. Está claro que las intenciones de los papás y mamás siempre son buenas, su preocupación es genuina y su amor inestimable. Sin embargo, algunos padres llevan su función más allá de lo saludable y acaban por obsesionarse por el bienestar de sus retoños. La frase “no me come” tiene una connotación de propiedad y rigidez que puede ser muy perjudicial. Es como si la frontera entre el niño y el adulto no existiese, como si nosotros supiésemos en todo momento lo que necesitan, lo que piensan, lo que quieren. Nada más lejos de la realidad: los niños, por pequeños y dependientes que sean, son personas individuales y únicas. Tienen sus propias necesidades, sus propios gustos y preferencias. Por eso, es común que los niños que comen “poco” en realidad estén sanos y bien alimentados, ya que el problema surge de la visión errónea de sus padres: “a los 12 meses debería comerse todo este plato de comida y no lo hace, por tanto es mal comedor y está desnutrido”. No tiene por qué ser así, es muy posible que el niño coma poco porque no necesita comer más, o que rechace algo porque le sienta mal o simplemente no le gusta. No podemos tomarnos como una afrenta personal que nuestro hijo no se acabe lo que tiene en el plato, ni sufrir porque no coma verduras. Hemos de educarle y enseñarle a comer bien de una manera constructiva y siempre teniendo en cuenta que aunque es nuestro hijo, no es nuestra propiedad y tiene su propia forma de ser.
¿Qué es comer poco? Niños para los que “poco” significa “suficiente”
Como adultos, sabemos que hay cosas que nos gustan y cosas que no. Sabemos cuándo tenemos hambre, cuándo nos apetece picar algo “tentador” y cuándo estamos saciados. Los niños, aunque nos cueste creerlo, también tienen estas capacidades.
En la mayoría de casos, los niños mal comedores no sufren problemas de desarrollo y ganan peso con normalidad. No significa que pesen lo mismo que su hermanito a su edad, o que su primo, o que su compañero de escuela; cada niño es un mundo en sí mismo. Pero cuando se habla de percentiles, de peso y de talla, de Índice de Masa Corporal y de todas esas medidas que tomamos los pediatras, los niños están dentro de lo normal. Juegan, saltan, están felices y activos, se ríen y tienen un crecimiento y desarrollo normal. ¿Qué ocurre entonces con estos niños? ¿Por qué comen poco? Pues porque no necesitan más. Las calorías que ingieren son las que necesita su metabolismo para hacer funcionar correctamente todo su organismo. Por eso, las tablas de necesidades energéticas en niños presentan tanta variabilidad dentro del mismo grupo de edad y sexo. Hay niñas que necesitan más calorías que un niño de su edad, otras que necesitan menos que una niña más pequeña. Da igual, es algo que no podemos controlar porque cada persona es diferente, tanto en su infancia como en su vida adulta.
Los malos hábitos alimenticios en niños y bebés
Hay que distinguir entre comer poco y comer mal. Los niños que comen poco pero comen de todo, suelen tener todas sus necesidades cubiertas. Al contrario, los niños que comen mal sí pueden presentar carencias nutricionales importantes. ¿A qué nos referimos con niños que comen mal? Pues a aquellos niños que no llevan una alimentación equilibrada, que rechazan determinados alimentos y se “hinchan” de otros. Hay muchos tipos de niños mal comedores y muchas razones detrás de este comportamiento. Puede de ser una etapa normal de su desarrollo (hay épocas en las que tienen menos hambre, épocas en las que son más rebeldes y nos retan más…), puede estar condicionado por enfermedades o problemas psicológicos, o puede deberse a malos hábitos alimenticios.
Los malos hábitos alimenticios están muy extendidos hoy en día, no sólo entre la población infantil, sino también entre los adultos. Cada vez hay más productos preparados a nuestra disposición, menos tiempo para cocinar e incluso para dedicar a nuestros hijos. Muchos niños comen mal porque se atiborran de alimentos hipercalóricos, de azúcares y grasas sin ningún poder nutritivo pero con sabores muy adictivos. Luego llegan a la hora de la comida y rechazan los alimentos verdaderamente esenciales para su crecimiento. Para otros, el momento de la comida es tan traumático que pueden llegar a sufrir trastornos psicológicos que empeoran el cuadro. Algunos padres, con tal de que el niño coma algo acaban por prepararles menús especiales y darles de comer a parte, lo que contribuye a que el pequeño perpetúe el comportamiento con tal de tener la atención paterna. Otros niños pican mucho entre horas y no acaban de asimilar la relación entre sentarse a comer y tener hambre, e incluso los hay que se entretienen con juguetes o programas de TV y tardan horas en comer. Todos estos ejemplos muestran la importancia que tiene “enseñar a comer bien” desde el principio. Como los niños aprenden por imitación, debemos ser los adultos los primeros en adquirir buenos hábitos alimenticios y ser constantes a la hora de enseñarles a ellos a comer adecuadamente. Os enseñamos cómo hacerlo en nuestro post Bebés y niños mal comedores: ¿Cómo actuar con un niño mal comedor? Consejos y recomendaciones. Parte II
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