La amigdalitis aguda es un proceso infeccioso que afecta a niños y bebés. Se trata de una infección de las vías respiratorias altas, que se manifiesta por inflamación de las amígdalas.
Las amígdalas son una formación carnosa que se encuentra al fondo de la boca, en la orofaringe. Allí se encuentran cúmulos de células inmunitarias que habitualmente tienen la función de barrera contra las infecciones que se adquieren por la boca.
¿Qué la produce?
Los primeros años de vida, desde los 0 a los 3, la causa suele ser vírica y no requiere antibiótico salvo en excepciones muy concretas. A partir de los 3 años, la causa puede ser vírica o bacteriana y en este último caso sí requerirán antibiótico para su tratamiento.
¿Qué síntomas da?
La amigdalitis aguda se suele manifestar con:
- Dolor de garganta, sobre todo al tragar (lo que se conoce como odinofagia)
- Fiebre (aunque también puede estar ausente)
- Garganta enrojecida, amígdalas aumentadas de tamaño y enrojecidas
- Placas de pus en las amígdalas (como se observa en la imagen, en este caso la causa suele ser bacteriana)
- Mal olor del aliento (halitosis)
- Voz gangosa
- Mucosidad (en este caso es más probable la causa vírica)
- Ganglios del cuello inflamados y dolorosos
- Exantema cutáneo (lo que se conoce como Escarlatina)
¿Cómo se diagnostica?
En primer lugar, el pediatra debe interrogar a la familia y paciente, y si los síntomas son compatibles explorar la garganta y con el resto de exploración física descartar otros procesos:
Si los síntomas cuadran con una infección bacteriana (no se acompaña de mucosidad, se observan placas, petequias en el paladar ….) además solicitará algunas pruebas que pueden ser:
- Test de detección rápida de antígeno estreptocócico en exudado amigdalar: Es una prueba sencilla. Con un isopo se recoge saliva de las amígdalas y faríngea. Se le aplican una serie de reactivos a la muestra, que luego se testea para obtener un resultado en pocos minutos. Cuando es positivo indica que la causa es la bacteria Streptococcus pyogenes, muy típica causante de anginas.
- Cultivo faríngeo: de nuevo con un isopo se recoge muestra amigdalar y faríngea para esta vez ser cultivada en laboratorio y determinar el germen que ocasiona la sintomatología. Tiene el inconveniente en que tarda varios días en conocerse el resultado, por lo que hay que empezar el tratamiento antes de saber qué germen lo ocasiona.
Normalmente el carácter benigno de la sintomatología no hace necesario realizar otras exploraciones. En casos concretos, como en el caso del virus Epstein Barr, puede acompañarse de inflamación en el hígado, y en este caso es probable que el médico solicite también una analítica de sangre. También es probable que sea necesaria si el mal estado general del paciente lo aconseja.
¿Cuál es su tratamiento?
La mayoría de amigdalitis agudas son víricas y no van a requerir tratamiento. Suelen durar una semana o menos, y se resuelven por sí solas.
Cuando la sospecha es de amigdalitis bacteriana (estreptocócica) o se ha confirmado con alguna prueba diagnóstica, se iniciará tratamiento con antibióticos durante 10 días. La sintomatología suele mejorar después de dos días, por lo que, de no ser así, se deberá contactar de nuevo con el pediatra.
Los analgésicos ayudarán a evitar el dolor, en cualquier caso. Los más utilizados son el Paracetamol o el Ibuprofeno. Además, ayudarán a controlar la fiebre.
¿Qué pronóstico tiene?
La gran mayoría de amigdalitis agudas se van a resolver sin secuelas, ya sea con o sin tratamiento, dependiendo de la causa.
A veces, se pueden formar acúmulos de pus cerca de las amígdalas o la faringe, que no responden bien a los antibióticos y que pueden requerir valoración por un otorrino para ser drenados quirúrgicamente.
Cuando una amigdalitis bacteriana no se trata adecuadamente, pueden aparecer secuelas a largo plazo en las válvulas cardíacas (fiebre reumática) o renales (glomerulonefritis).
CONCLUSIONES
Las amigdalitis, popularmente conocidas como anginas, pueden ser de causa vírica (su mayoría) o bacteriana. Los síntomas son similares y las pruebas diagnósticas ayudan a diferenciarlas. Conocer el origen es crucial para decidir el tratamiento. El tratamiento incorrecto o tardío puede conllevar secuelas o afectación de otros órganos que comprometan la salud del paciente.