Angiomas y hemangiomas en bebés y niños: ¿Por qué el niño tiene manchas rojas en la piel?
Los angiomas y hemangiomas en bebés y niños son manchas rojizas, lisas o abultadas, que aparecen en la piel de muchos lactantes. Son muy frecuentes (afectan en torno al 8% de los bebés) y generalmente inofensivas, aunque representan un motivo de consulta pediátrica muy recurrente. ¿Va a tener esta mancha toda la vida? ¿De qué forma le va a afectar estéticamente? ¿De verdad son tumores? Para tratar de arrojar un poco de luz sobre tanta incógnita, en este post os explicaremos qué son los angiomas y los hemangiomas en bebés y niños, por qué se producen y qué pronóstico tienen.
¿Los angiomas o hemangiomas son tumores?
Sí, a los hemangiomas, también llamados angiomas, se les considera pequeños tumores benignos. Sin embargo, no es necesario alarmarse ni preocuparse, ya que los hemangiomas en bebés generalmente son inofensivos y no suelen provocar problemas ni molestias. Se forman cuando existe un crecimiento anómalo o excesivo de capilares sanguíneos en ciertas zonas de la piel, dando lugar a manchas rojas que en ocasiones presentan relieve. Generalmente aparecen al poco de nacer, aunque en algunos casos pueden estar presentes en el momento del nacimiento, y tienden a desaparecer por sí solos con el tiempo.
Tipos de angiomas o hemangiomas en bebés
A grandes rasgos, podemos distinguir dos tipos de angiomas en bebés: los angiomas planos y los angiomas cavernosos o hemangiomas.
- Los angiomas planos son manchas lisas, de color rosado o rojizo, que aparecen generalmente en la zona de la frente, los párpados, la nariz y la nuca. Suelen estar presentes al nacer o durante los primeros meses y desaparecen por sí solas con el tiempo. Se calcula que el 99 % de los angiomas planos que salen en la cara desaparecen a lo largo del primer año de vida, mientras que los que se desarrollan en la nuca pueden permanecer por más tiempo o incluso de por vida, aunque pasen desapercibidos debido al pelo que los cubre. En niños mayores y adultos, los angiomas de la cara pueden estar totalmente disimulados salvo en las ocasiones en las que existe un mayor riego sanguíneo en la zona, como al enfadarse o al llorar.
- El angioma cavernoso o hemangioma se caracteriza por presentar un color rojo más intenso y relieve, ya que el crecimiento de los vasos sanguíneos es tan excesivo que da lugar a abultamientos en la piel. Se distinguen dos tipos principales, los congénitos y los evolutivos. Los hemangiomas congénitos son los que están presentes desde el nacimiento, pudiendo aparecer en cualquier lugar del cuerpo, incluso en los órganos. Los hemangiomas evolutivos son aquéllos que por su tamaño quizá son imperceptibles al nacer, pero que comienzan a crecer a medida que el bebé se desarrolla. Suelen tener un período de crecimiento rápido hasta los 5-7 meses, una etapa de estancamiento que suele durar hasta los 12 o 14 meses y a partir de ahí una fase de reducción que puede durar varios años. Un signo de que el hemangioma está en fase recesiva es la aparición de áreas blanquecinas en la lesión.
¿Por qué surgen los hemangiomas en bebés?
Las causas por las que se da este crecimiento anómalo de los capilares sanguíneos no se conocen a ciencia cierta, aunque hay diversas teorías al respecto. Hay investigaciones que relacionan la aparición de los hemangiomas infantiles con una falta de oxígeno en las células que conforman los vasos sanguíneos durante la gestación, mientras que otras teorías sugieren que pueden ser trozos de placenta que quedan implantados en la piel del bebé. Lo que sí parece estar claro es que los hemangiomas no son hereditarios, es decir, no tienen un componente genético, y que son más frecuentes en niñas y en bebés prematuros.
¿Pueden los hemangiomas infantiles ocasionar problemas o complicaciones?
Aunque los hemangiomas en bebés y niños suelen ser inofensivos y tienden a desaparecer solos con el tiempo, lo cierto es que sí pueden ocasionar ciertas complicaciones. Los problemas más frecuentes que llevan asociados son los siguientes:
- Complejos estéticos. Aunque lo más habitual es que los hemangiomas infantiles se reduzcan mucho durante los primeros años, hay casos en los que pueden no llegar a desaparecer o dejar marcas o cicatrices. Cuando las manchas son grandes, ya sean lisas o abultadas, el niño puede llegar a sufrir complejos importantes, dado que, además, los angiomas aparecen muy a menudo en zonas visibles como la cara. En los casos en los que la deformidad es muy evidente y afecta psicológicamente al pequeño, puede ser recomendable tratar el hemangioma.
- Ulceraciones e infecciones. En ocasiones pueden producirse ulceraciones de la piel, especialmente cuando los hemangiomas infantiles están situados en zonas sometidas a fricción o contacto, como puede ser la boca. Estas úlceras suelen ser dolorosas y además susceptibles de sobreinfectarse, por lo que requieren atención y control pediátrico.
- Problemas oculares. Los hemangiomas en bebés pueden ser peligrosos cuando se sitúan en los párpados o cerca de los ojos. En ocasiones el abultamiento es tan grande que impide al niño abrir correctamente el ojo, dificultado su visión y dando lugar incluso a trastornos como la ambliopía (ojo vago). Si afecta internamente al ojo, también puede provocar presión ocular e incluso pérdida de visión.
- Hemangiomas en otros órganos. Aunque no es tan común, hay ocasiones en las que los hemangiomas infantiles también aparecen en otros órganos además de la piel, como pueden ser el hígado o el cerebro. En estos casos, su seguimiento evolutivo es necesario y su tratamiento médico o quirúrgico dependerá de su evolución.
¿Es recomendable tratar los hemangiomas en bebés y niños?
En general, y dado que la mayoría no producen problemas, tratar los hemangiomas en bebés y niños no suele estar recomendado. Sin embargo, cuando estos son muy grandes, ocasionan molestias, complejos o están situados en zonas complicadas, puede ser necesario aplicar un tratamiento. Los más utilizados son los corticoesteroides, el propranadol, la cirugía y el láser. Para informarse sobre las mejores opciones en cada caso, lo mejor es acudir al pediatra o al dermatólogo.
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