Las pesadillas y los terrores nocturnos son alteraciones del sueño bastante habituales en la infancia. Generalmente son benignas y suelen desaparecer con la edad, por lo que no requieren tratamiento farmacológico. Sin embargo, cuando los episodios son muy frecuentes, intensos o se prolongan en el tiempo, es necesario acudir a un pediatra para que evalúe la situación.
Aunque compartan características comunes, pesadillas y terrores nocturnos son trastornos diferentes. Saber diferenciarlos es el primer paso para poder actuar correctamente. Podéis aprender cómo distinguirlos con nuestro post Parasomnias en niños y adolescentes: pesadillas y terrores nocturnos. ¿Cómo diferenciarlos? Hoy os explicaremos qué hacer en cada caso y os daremos unas recomendaciones básicas para conseguir que las parasomnias de vuestros hijos sean menos frecuentes.
¿Qué hacer tras una pesadilla?
Mientras el niño está soñando no tenemos ningún indicio de que esté sufriendo una pesadilla, por lo que no podremos hacer nada para evitarlo. Al despertar es cuando aparece el llanto, los gritos o cuando acude a nuestro dormitorio temblando de miedo. Es entonces cuando deberemos consolarle y tranquilizarle. Acariciarle, abrazarle y hablarle con voz suave y calmada suele ayudarle a sobreponerse de la experiencia. Si tiene edad suficiente para hablar sobre la pesadilla, es recomendable que lo hagáis. Muchos miedos infantiles se plasman en los sueños, por lo que conocer los detalles de la pesadilla os puede ayudar a comprender por qué las tiene. A veces, algunos niños tienen tanto miedo de volver a dormirse que puede ser tentador meterlos en la cama con nosotros o dormir con ellos en su cuarto. Aunque dependerá del caso y de la intensidad de la experiencia, en general no se recomienda hacerlo, pues suele crear malos hábitos. Es mejor contarles un cuento que les ayude a olvidar o superar la pesadilla, dejarles una pequeña luz encendida o darles su juguete favorito para que duerman con él.
¿Cómo actuar en caso de terrores nocturnos?
Aunque al principio sea difícil, lo más importante es que no os asustéis y actuéis con calma. Vuestro hijo, por muy asustado que parezca, no está sufriendo ni corre ningún peligro. En unos minutos se relajará y al día siguiente no recordará nada de lo sucedido. No es recomendable que le despertéis, pues eso hará que se sienta confuso y desorientado. Tampoco hay que tratar de inmovilizarle, ya que le provocará más miedo y agobio, empeorando el episodio. Lo mejor es esperar a que se le pase, teniendo cuidado de que no se lastime. Apartad los objetos que hay a su alrededor, separad la cama de la pared para que no se golpee y vigiladle hasta que se le pase.
¿Cómo evitamos que vuelva a tener pesadillas o terrores nocturnos?
Acabar completamente con las parasomnias es algo que nosotros no podemos conseguir, remitirán poco a poco a medida que el niño o adolescente vaya madurando. Sin embargo, sí podemos tratar de descubrir las causas por las que nuestro hijo está estresado y ayudarle a solucionarlas. También hemos de procurar que su sueño sea regular y duerma las horas necesarias. Podemos establecer rutinas para irse a la cama y procurar que el ambiente sea relajado y placentero. Leerle un cuento, darle un baño con agua templada o animarle a que lea pueden ser actividades agradables para hacer antes de dormir. Evitad que vea la televisión o juegue con vídeo juegos antes de irse a la cama y que tome alimentos o bebidas estimulantes. Procurad, además, que las cenas no sean demasiado copiosas y que no se acuesten con el estómago lleno.
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