Problemas de visión en los niños: Miopía, hipermetropía, estrabismo, ambliopía, astigmatismo ¿qué son y cómo detectarlos?
Muy a menudo, los problemas de visión infantil están detrás de ciertos trastornos o dificultades que pueden presentar nuestros hijos, tales como el fracaso escolar. Por este motivo, las personas que estamos en contacto con niños: pediatras, profesores, padres o cuidadores, tenemos la obligación de detectar este tipo de problemas cuanto antes. Siempre será un especialista el que emita el diagnóstico y proponga el tratamiento, pero nosotros mismos podemos darnos cuenta de que algo está pasando con la visión de nuestros niños. Para ayudaros a evaluar si vuestros hijos ven correctamente, en este post os vamos a hablar de los problemas de visión más comunes en niños y os enseñaremos cuáles son los síntomas o señales más habituales que os ayudarán a detectarlos.
¿Qué problemas de visión encontramos en la infancia?
Existen diversos problemas de visión que se pueden detectar en edad infantil, siendo los más comunes los siguientes:
- Miopía infantil
La miopía infantil es un defecto de refracción del ojo, no una enfermedad en sí misma. Las personas que sufren miopía tienen dificultades para enfocar objetos lejanos, mientras que de cerca ven perfectamente. La infancia, especialmente cuando los niños empiezan a ir al colegio, suele ser el período en el que más se detecta este defecto. Los niños con miopía tienen problemas para leer lo que está escrito en la pizarra (pudiendo llegar incluso a confundir letras o números), tienden a apretar o “achinar” los ojos para tratar de enfocar los objetos lejanos, y suelen preferir actividades de interior que les permitan ver de cerca (leer, pintar, hacer puzles…), en lugar de salir a jugar fuera.
La miopía ha aumentado significativamente durante las últimas décadas (actualmente más del 30% de la población occidental es miope), y se estima que el número de personas con este defecto de visión seguirá incrementándose. Según apuntan diversos estudios científicos, nuestros nuevos hábitos (pasar poco tiempo al aire libre, enfocar siempre objetos cercanos como ordenadores o dispositivos móviles) pueden estar detrás de este incremento de la miopía. Así, el hecho de que ya casi no forcemos los ojos a “ver de lejos” puede ser la razón de que cada vez nos cueste más hacerlo. Por eso es aconsejable cambiar un poco estas rutinas y asegurarnos de que nuestros hijos pasan tiempo al aire libre y de que hacen un uso menos intensivo de los móviles y tablets.
Los niños con miopía siempre van a necesitar usar gafas, por lo que se deberá acudir a un especialista para que les gradúe. Además, dado que la miopía infantil suele incrementarse mientras el niño sigue creciendo, será necesario hacer revisiones periódicas para reajustar la graduación. Normalmente la miopía se estabiliza al final de la adolescencia o al llegar a la edad adulta.
- Hipermetropía infantil
La hipermetropía infantil es, al igual que la miopía, un defecto ocular de refracción. A diferencia del caso anterior, los niños con hipermetropía presentan dificultades para ver de cerca, mientras que de lejos ven correctamente. Casi todos los niños nacen hipermétropes, defecto que se va corrigiendo por sí solo a medida que van creciendo. Si llegada la adolescencia la hipermetropía sigue existiendo, es muy probable que persista el resto de sus vidas. Durante la infancia, si la hipermetropía es baja, los niños suelen ser capaces de forzar el enfoque y lograr ver correctamente los objetos cercanos. Sin embargo, a veces este sobreesfuerzo, especialmente si la hipermetropía es alta, puede hacer que los niños arruguen la frente y presenten dolores de cabeza, cansancio ocular (escozor, dolor o lagrimeo de los ojos, parpadeo), estrabismo (en menores de ocho años con hipermetropía elevada) y dificultad para leer, escribir y concentrarse.
Muchas veces la hipermetropía no requiere tratamiento, pero cuando es elevada o produce síntomas, el niño necesitará usar gafas para corregir el defecto.
- Estrabismo infantil
El estrabismo infantil es un trastorno que consiste en una mala alineación de los ojos. Así, cuando el niño mira a un punto, los dos ojos no están coordinados y no enfocan hacia el mismo sitio a la vez, si no que uno de ellos (o los dos) se desvía horizontalmente (hacia dentro o hacia fuera) o verticalmente (hacia arriba o hacia abajo). El estrabismo puede ser constante durante todo el día, o variable según las circunstancias del niño (por ejemplo, que sólo desvíe el ojo al final del día cuando está cansado). Esta alteración ocular es relativamente frecuente en la población infantil y puede estar presente desde el momento del nacimiento (estrabismo congénito) o aparecer posteriormente. Sea como sea, es recomendable que se diagnostique de forma precoz para que se pueda empezar el tratamiento cuanto antes, ya que cuando el estrabismo no se trata a tiempo puede provocar pérdidas de visión en el ojo desviado (ambliopía u “ojo vago”).
El tratamiento del estrabismo se basa en reforzar los músculos oculares para conseguir que los dos ojos se alineen, mediante el uso de gafas y la práctica de diversos ejercicios para fortalecer la musculatura. En algunos casos puede ser necesaria la intervención quirúrgica.
- Ojo vago (ambliopía)
La ambliopía, u “ojo vago”, consiste en que uno de los ojos, o los dos, pierden visión pese a estar sanos. Esto se produce como resultado de una deficiencia en el desarrollo visual de ese ojo, por no haber sido usado correctamente. La situación más habitual es que el niño tenga un ojo dominante, que es con el que enfoca siempre, y otro más débil que “trabaja” menos. Esto se produce a menudo en casos de estrabismo y cuando existen diferencias de graduación importantes entre ambos ojos.
El tratamiento de la ambliopía conlleva la oclusión del ojo fuerte (con un parche), para obligar al niño a usar el otro ojo. Es muy importante detectar la ambliopía de forma precoz, antes de que el niño tenga 7 u 8 años, pues a partir de esta edad el ojo puede haber perdido ya su capacidad de recuperación y, por tanto, la pérdida de visión puede ser permanente.
- Astigmatismo
El astigmatismo se produce como resultado de una deformación en la curvatura de la córnea. Esto hace que los objetos, tanto cercanos como lejanos, se perciban de forma borrosa o mal definida. Los adultos podemos ser conscientes de que vemos las cosas deformadas, pero en los niños puede ser más difícil de diagnosticar. En general los síntomas suelen ser dolores de cabeza y mareos, debido al esfuerzo que hace el ojo por tratar de corregir el defecto. También es habitual padecer sensibilidad a la luz, picor y enrojecimiento ocular y visión doble.
Normalmente el astigmatismo aparece asociado con algún otro tipo de alteración como la miopía o la hipermetropía y el tratamiento, de ser necesario, será el uso de gafas.
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