Vacunas en niños y bebés

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Las vacunas son productos biológicos que sirven para prevenir las enfermedades infecciosas: activan nuestro organismo para que desarrolle defensas específicas. Generalmente contienen una parte del microorganismo que causa la enfermedad –aunque muerto o debilitado–. Como reacción de la vacuna (por inyección o por vía oral), el cuerpo produce anticuerpos, que lo protegerán de la infección real. En el fondo, lo que hacen las vacunas es enseñar al cuerpo a defenderse.

Es importante vacunar a los niños para protegerlos de enfermedades peligrosas, que pueden tener complicaciones e, incluso, provocar la muerte: si muchas de estas enfermedades son poco frecuentes en España es precisamente gracias a las vacunas. No obstante, siguen presentes en otros países, así pues, es importante vacunar al niño por si viaja a alguno de estos territorios.

Para saber cuándo hay que vacunar al niño hay que tener presente que habitualmente, en España, se sigue lo que dicta la Asociación Española de Pediatría, que recomienda, en su calendario para el 2019.

Aunque la mayoría de vacunas son comunes a todo el Estado, puede haber pequeñas variaciones entre comunidades autónomas. Los calendarios de las diferentes comunidades autónomas se pueden consultar en los centros de salud o en Internet. La mayoría de las vacunas son gratuitas, pero todavia estan pendientes e incluir en el calendario oficial vacunal gratuito algunas solicitudes del Comite Asesor de Vacunas  de la Asociación Española de Pediatria como :la vacuna del meningococo B y la del rotavirus en lactantes, tambien la inmunización antimeningococica con vacuna tetravalente (MenACWY) a los 12 meses y a los 12-14 añosy por último la del papiloma en varones de 12 años, actualmente solo se pone a las feminas.

Si no se administra una vacuna cuando toca, se tiene que comentar inmediatamente al pediatra, aunque no hay que alarmarse: la mayoría de las vacunas se pueden administrar a cualquier edad y las dosis administradas siguen siendo válidas aunque se haya superado el tiempo aconsejado. Para que esto no pase, es especialmente indicado tener actualizado el registro sanitario de vacunas; además, también puede resultar muy útil en el caso de cambiar de centro sanitario o de médico, porque es donde quedan registradas todas las vacunas, y en un momento se puede saber cuáles falta para administrar. Es importante no esperar a que los niños vayan a la escuela para vacunarlos. Si se hace antes, se lo protege de las infecciones y además se evita que pueda contagiar otros niños.

Las vacunas son medicamentos seguros, pasan estrictos controles antes de ser administradas; sin embargo, es posible que produzcan efectos secundarios, generalmente muy leves, como dolor en la zona del pinchazo, fiebre o incluso un salpullido; pueden surgir reacciones más fuertes si el bebé es alérgico. Aunque en muy pocos casos una vacuna está contraindicada –generalmente sólo cuando el bebé es alérgico a alguno de sus componentes– se debe consultar con médicos y enfermeros. Si el niño parece tener alguna reacción persistente o grave, no se tiene que dudar en llamar al pediatra.

Tras largos años de ejercicio de la profesión, podemos segurar que las vacunas han cambiado las enfermedades que padecen los niños y que vemos los pediatras. Hace 35 años las enfermedades infecciosas eran la primera causa de enfermedad e incluso muerte, las vacunas lo han cambiado todo. Actualmente los trastornos habituales que vemos en la consulta son problemas emocionales, de aprendizaje, de adaptacion, etc. nada que ver con hace unos años. Negar esta evidencia y oponerse a las vacunas nos parece un grave error.

 

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