Displasia de cadera en bebés: ¿Qué es y cómo se trata?

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articulación cadera bebé, bebés con displasia, bebés con luxación de cadera, causas de displasia en bebés, cirugía en bebésLa displasia de cadera es una patología bastante común en la infancia. Se calcula que 1 de cada 1.000 bebés sufre esta malformación, siendo más habitual en niñas que en niños. En este post os explicaremos en qué consiste la displasia infantil de cadera y cuáles son los tratamientos más habituales para corregirla.

 

¿Qué es la displasia de cadera y cuáles son sus causas?

La displasia de cadera, también conocida como displasia del desarrollo de la cadera, es una malformación  de la articulación de la cadera. Generalmente está presente desde el nacimiento, aunque en algunos casos puede desarrollarse posteriormente (normalmente durante el primer año de vida).

Veamos en qué consiste la displasia de cadera: la articulación de la cadera se compone de dos elementos fundamentales, el acetábulo (que es la cavidad que tiene la pelvis) y la cabeza del fémur (la “bola” del hueso del muslo). Lo normal es que la cabeza del fémur encaje perfectamente en el acetábulo, permitiendo que el hueso rote con normalidad y se produzca un movimiento óptimo. La displasia de cadera se produce cuando la cabeza del fémur no encaja correctamente en el acetábulo, ya sea porque la cavidad de la pelvis es demasiado pequeña o porque la “bola” del fémur está deformada. Si el hueso llega a salirse completamente del acetábulo, hablamos de luxación de la cadera. Cuando estos “desencajes” se producen, ya sea de forma intermitente o de forma permanente, la articulación se deteriora y provoca problemas de movilidad, cojera, dolor y malformaciones musculares. Por ello, la detección temprana es vital para evitar los efectos negativos de las displasias de caderas.

 

Las causas de la displasia de cadera no están del todo claras. Se considera que hay varios factores que aumentan el riesgo de padecerla:

  • Genética. Las probabilidades de sufrir displasia de cadera son mayores si alguno de los hermanos y/o progenitores la ha padecido en su infancia.
  • Sexo femenino. En momentos próximos al parto, las mujeres liberan ciertas hormonas que contribuyen a relajar su cinturón pélvico. Algunos fetos, especialmente los de sexo femenino, pueden ser sensibles a estas sustancias, produciéndose también un relajamiento en los ligamentos del bebé. Esto les hace más propensos a desarrollar displasias o luxaciones de cadera.
  • Ser primogénito. Se calcula que más del 50% de las displasias de cadera se producen en el primer embarazo. La razón parece radicar en que el feto se desarrolla en un útero más tenso, estando expuesto a mayor presión.
  • La posición en el vientre materno. La displasia de cadera suele ser más habitual en la articulación izquierda que en la derecha. Esto parece deberse a que los fetos colocados de forma “normal” en el vientre materno (con la cabeza hacia abajo), sufren mayor presión en la cadera izquierda por estar ésta en contacto con el hueso sacro de la madre. Sin embargo, un feto colocado “de nalgas” suele ser más propenso a desarrollar problemas en la cadera, debido a que en esa posición la zona está sometida a mayor presión.
  • Otras causas. La displasia de cadera también parece estar relacionado con bajos niveles de líquido amniótico en el útero, embarazos múltiples o alteraciones en el sistema musculo-esquelético del feto.
  • Desarrollo después del parto. La posición de las caderas durante el primer año de vida es importante para evitar que se produzcan displasias o luxaciones. Las culturas en las que se inmoviliza a los bebés de cintura para abajo, suelen presentar más casos de malformaciones en la articulación de la cadera. Por eso, debemos evitar tapar a los bebés en posiciones en las que tengan las piernas extendidas y asegurarnos de que adoptamos técnicas seguras para sus caderas.

 

Síntomas y diagnóstico de la displasia de cadera

La mayoría de casos de displasia o luxación de cadera se detectan al nacer. Durante la exploración que se realiza a todo recién nacido, el pediatra efectúa una serie de ejercicios y movimientos que permiten detectar anomalías en la articulación de la cadera. Son lo que se conoce como “Maniobra de Ortolani” y “Maniobra de Barlow”. Esto permite a los médicos conocer si la articulación esta luxada o si es luxable (se descoloca con facilidad).

Sin embargo, cuando los bebés son más mayores o cuando los dos lados de la cadera están afectados, la exploración física puede ser engañosa. Por este motivo, los bebés que presentan ciertos factores de riesgo (como antecedentes familiares o haber nacido de nalgas), requerirán ciertos controles o pruebas complementarias (ecografías y/o radiografías). El diagnóstico precoz es esencial para que la evolución sea positiva y para evitar problemas futuros, por lo que, a lo largo del primer año de vida, el pediatra estará especialmente pendiente de ciertos signos que puedan alertarle de una displasia de cadera:

  • Chasquidos en la articulación.
  • Diferencias de longitud en las piernas.
  • Curvatura exagerada de la espalda (lordosis).
  • Limitación de la movilidad de la cadera (puede ser identificada por los padres al ponerles el pañal y comprobar que existe cierta resistencia en la cadera).
  • Pliegues cutáneos desiguales en las nalgas y/o en los muslos.
  • Dolor (no habitual en bebés pero sí en adolescentes y adultos).

 

Tratamiento y pronóstico de la displasia infantil de cadera

El tratamiento de la displasia de cadera dependerá del grado de alteración y de la edad del niño. Los casos más leves leves no requerirán tratamiento ortopédico, sólo observación y  asegurar que la posición de las piernas del niño favorece el correcto desarrollo de la articulación. Es necesario procurar que mantenga las piernas abiertas (llevarlo a horcajadas, ponerle a dormir boca arriba con las piernas en posición “ancas de rana”, evitar que tenga las piernas estiradas y rígidas…). También es importante usar mochilas portabebés seguras, que les permitan mantener una posición correcta y tener movilidad en las piernas y en la cadera. En cuanto al uso del doble pañal, muy popular en el pasado, sólo decir que, aunque no es perjudicial, no resulta efectivo más allá de los primeros dos o tres meses de vida.  Puede ser de ayuda las primeras semanas, pero si la displasia no mejora será necesario utilizar sistemas ortopédicos más eficaces.

En casos de displasia o luxación de cadera más graves, el tratamiento dependerá de la edad del niño y de cómo evolucione. Lo habitual en menores de 6 meses es comenzar colocándoles un arnés de Pavlik o una férula abductora de cadera. Ambos dispositivos están diseñados para mantener las piernas del bebé en una posición que asegure la cadera y le permita desarrollarse correctamente. Si el tratamiento no resulta efectivo o si el niño es mayor de 6 meses, podrá ser necesario realizar una cirugía. Existen diferentes tratamientos quirúrgicos, aunque en general distinguimos dos: la reducción cerrada, que consiste en colocar el hueso manualmente mientras el niño permanece anestesiado (se aplica sobre todo en niños menores de 24 meses) y la reducción abierta, que requiere una cirugía más compleja.

El pronóstico de las displasias de cadera suele ser bueno, especialmente si la detección se realiza de forma precoz y se aplica el tratamiento adecuadamente.

 

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