Sobreprotección infantil: ¿estamos protegiendo demasiado a nuestros hijos?

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accidentes infantiles, baja autoestima en niños, consecuencias de la sobreprotección infantil, consejos para padres sobreprotectores, crecimiento infantilSobreprotección infantil: ¿estamos protegiendo demasiado a nuestros hijos? ¿Qué consecuencias tiene en su desarrollo? Consejos para evitar la sobreprotección de los niños.

Proteger a nuestros hijos es un comportamiento instintivo del ser humano. Casi todos los animales cuidan de sus crías hasta que éstas son capaces de valerse por sí mismas, es algo intuitivo y eficaz para la supervivencia de la especie. Los bebés y niños son muy dependientes y nos necesitan para todo: comer, caminar, mantenerse limpios, evitar accidentes y enfermedades, etc. Sin embargo, cuando este instinto natural de proteger a nuestros hijos supera ciertos límites, entramos en el terreno de la sobreprotección, muy perjudicial para el correcto desarrollo psicoemocional del niño. Como a veces el límite entre la protección y la sobreprotección es muy difuso, en el post de hoy os aclararemos la diferencia y os daremos algunos consejos para evitar influir negativamente en nuestros hijos.

 

¿Qué es la sobreprotección infantil? ¿Cómo sé si estoy sobreprotegiendo a mi hijo? Signos para identificar la sobreprotección infantil.

La sobreprotección es, a grandes rasgos, un sistema educativo incorrecto o perjudicial para nuestros niños. Se basa en una protección extrema por parte de los padres que, debido a sus propios miedos o a sus ganas de ayudar, acaban por limitar que sus hijos desarrollen las herramientas adecuadas para hacer frente al mundo por sí solos. Como hemos dicho, proteger a nuestros hijos cuando son pequeños es natural y sano. Si ellos no pueden valerse por sí mismos, hemos de ser nosotros los que les ayudemos a sobrevivir. El problema surge cuando alargamos esta situación demasiado y continuamos haciendo cosas por ellos que los niños ya son capaces de hacer por sí solos. Son muchas las razones por las que un padre puede volverse excesivamente protector, y muy numerosas las consecuencias que acarrea. Generalmente no somos conscientes de que estamos sobreprotegiendo a nuestros niños, pero saber un poco más sobre los motivos que nos impulsan a hacerlo puede ayudarnos a valorar si estamos superando los límites recomendados.

  • No saber de qué son capaces nuestros hijos a una determinada edad. Cuando nuestro hijo nos parece vulnerable y frágil y, además, desconocemos lo que pueden hacer los niños en cada momento de su desarrollo, es fácil que tendamos a sobreprotegerlo. Le limitaremos ciertas cosas porque creemos que no está preparado para hacerlas, impidiendo que experimente y desarrolle capacidades muy necesarias para él.
  • Falta de tiempo y paciencia. Las largas jornadas laborales, las tareas del día a día y el ritmo de vida agitado hacen que, muy a menudo, tengamos poco tiempo y paciencia para tratar con nuestros hijos. Por este motivo, a veces acabamos haciendo cosas por ellos que ya podrían hacer solos. Por ejemplo, en lugar de explicarle la lección de matemáticas que no entiende, acabamos por hacerle nosotros el ejercicio; en vez de enseñarle a hacer su cama, la hacemos nosotros porque así acabamos más rápido y el resultado es mejor.
  • Miedos y fobias. Un caso muy habitual es el de aquellos padres que sobreprotegen a sus hijos por miedo. Los pensamientos negativos y el temor a que pase algo malo hacen que muchos padres tiendan a estar demasiado pendientes de sus hijos, evitando que se expongan a situaciones que consideran potencialmente peligrosas (y no tienen por qué serlo). Si tenemos miedo al agua preferiremos que nuestro hijo se quede en la orilla, si no confiamos en sus capacidades necesitaremos tenerlo siempre cerca. De esta forma, no sólo estaremos trasmitiendo nuestros propios miedos al niño, sino que además le estaremos poniendo limitaciones para enfrentarse a ellos.
  • Deseo de ayudarles. A veces, las ganas de ayudar a nuestros hijos hacen que no les permitamos tropezar y aprender de los errores. Es, por ejemplo, el caso de esos papás y mamás que cuando el niño se olvida el libro de ciencias en el colegio, rápidamente se ponen en contacto con otros padres para que les fotocopien la lección o los deberes. Estas situaciones, en contra de lo que pueda parecer, son muy perjudiciales, pues el niño asume que no tiene responsabilidades y que, además, sus padres le van a sacar “las castañas del fuego” siempre.

 

¿Qué consecuencias tiene la sobreprotección infantil?

Todo comportamiento adulto tiene una consecuencia en los niños que están a su cargo. Los hijos de padres sobreprotectores pueden presentar ciertas secuelas en el futuro, como resultado de este tipo de educación. Cada caso es diferente y los efectos son distintos en cada niño, pero en principio las consecuencias más comunes de la sobreprotección infantil son las siguientes:

  • Dependencia excesiva, falta de iniciativa y seguridad, baja autoestima
  • Timidez y problemas para sociabilizar
  • Irresponsabilidad e incapacidad para hacer frente a sus errores
  • Tendencia a rehuir los problemas y dificultad para tolerar frustraciones
  • Tendencia al pesimismo, a la depresión y a los pensamientos negativos
  • Comportamientos egocéntricos, necesidad de atención y tendencia a la manipulación
  • Falta de empatía, indiferencia por los sentimientos y circunstancias del resto de personas
  • Miedos y fobias
  • Dificultades de aprendizaje

¿Cómo evitar la sobreprotección o sus secuelas? Consejos para padres

Para evitar todos estos efectos negativos de la sobreprotección, la opción más fácil sería que los padres dejarán de hacerlo. Pero esto no siempre es posible. Como hemos dicho, la sobreprotección es una forma de educar basada en los miedos de los progenitores, en su forma de vivir. Puede ser que los padres fueran también niños sobreprotegidos o que experimentaran todo lo contrario. Sea como sea, aunque todos sufrimos por lo que le pueda pasar a nuestros hijos, algunos padres llevan este sufrimiento demasiado lejos, tanto que acaba por perjudicar tanto a niños como a adultos. Los padres sobreprotectores sufren más estrés, no sólo por sus miedos y sus pensamientos negativos, sino también porque tratan de estar pendientes de todo. Los siguientes consejos pueden ayudar a mejorar este tipo de situaciones:

  • Dejadles que se enfrenten a sus pequeños problemas, así desarrollarán herramientas para resolverlos y mejorarán su autoestima. Podéis preguntarles si necesitan vuestra ayuda y, en caso afirmativo, guiarles y aconsejarles, pero sin tomar el control de la situación.
  • Tratadlos acorde a su edad. Podéis informaros sobre qué cosas hacen los niños de su edad y reflexionar que, más o menos, ése es el momento óptimo para que vuestro hijo empiece a hacerlo. No hay que presionar, pero tampoco sobreproteger.
  • Fomentad que se relacionen con otras personas, que jueguen con otros niños y que se queden, de vez en cuando, a cargo de otros cuidadores. Así evitaremos que sean tan dependientes de los padres y les ayudaremos a sociabilizar.
  • Ayudadles cuando lo necesiten, sentir el apoyo materno/paterno es bueno. Pero más que solucionar sus problemas directamente, dadles las claves para hacerlo ellos mismos. Convertiros en su guía.
  • Poned límites y normas en casa. No es bueno que se acostumbren a conseguir siempre lo que quieren, les convierte en niños tiranos y caprichosos. Conviene enseñarles a lidiar con la frustración, a entender que las cosas no siempre salen como nosotros queremos, pero que podemos adaptarnos, ser felices y seguir intentando mejorar cada día.
  • Fomentad que os ayuden en casa y que se hagan responsables de algunas tareas domésticas. Explicadles cómo hacerlo y asumid que es imposible que un niño haga perfecto lo que nosotros hemos tardado años en perfeccionar.
  • Dejadles que disfruten, experimenten y aprendan. Los miedos de los padres no tienen por qué ser los miedos de los hijos. Si a nosotros nos da miedo el agua y al niño no, apuntadle a natación. Inculcándoles nuestras limitaciones, nuestros miedos y nuestras frustraciones, les estamos perjudicando.
  • Aceptadles tal y como son, con sus limitaciones y sus virtudes y no tratéis de forzarles a ser diferentes. Si el niño es tímido o hay cosas que le cuestan, ayudadle hablando con él, escuchándole, razonando y predicando con el ejemplo.

 

 

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